AL HUESO
105 se
presenta en un momento de constante reivindicación e idealización de los años
90 y de la gestión menemista en los medios y redes sociales. Vienen a irrumpir
con toda la crudeza que se necesita para recordar cómo fueron las cosas para
los sectores más postergados.
La obra
cuenta la historia real de la toma de la cervecería Córdoba que se llevó a cabo
en Córdoba Capital en 1998. La ley de concursos y quiebras permitía que las
empresas presentaran quiebra sin pagarles indemnización a sus empleados, dando
rienda suelta a los negociados de las patronales con los dueños de las
corporaciones, que de un día para el otro podían vender las instalaciones sin
la menor pérdida. Pero, como dicen los personajes, la fábrica no es una pila de
ladrillos encima de un terreno. Logran hacerte entrar en el día a día del
empleado de la cervecería con un relato que te eriza la piel. Lejos de ser
solamente el lugar donde trabajaban era su segunda casa, al punto que el
verdadero registro civil es el que te pone un apodo. Dejás de responder a tu
nombre porque tu apodo te identifica más. Las herramientas son una extensión de
tu mano, las seguís sintiendo cuando no estás en el trabajo, seguís sintiendo
el olor de la fábrica aunque estés en tu casa.
La pérdida de
un trabajo no solamente modifica la vida del que pierde el trabajo. En este
caso logran abarcar varios aspectos que trae el cierre de la cervecería. La
familia adaptando sus rutinas (y por supuesto sus economías) a la toma,
tratando de no traumatizar a sus hijos y buscando la forma de encontrarle magia
a la miseria para que les sea más llevadero y no se vuelva un recuerdo triste.
Los vecinos colaborando no solo con comida, sino atentos a las posibles
violencias que pueden sufrir los ahora manifestantes. Como dicen, tienen un ojo
en sus vidas y el otro en la fábrica. Cuando hay peligro de desalojo, prenden
las chimeneas y los vecinos dejan todo lo que están haciendo para ir a
ayudarlos y poner el cuerpo ante las fuerzas.
La violencia
va escalando de una forma muy feroz. En un principio vemos a los empleados
hablando con el ministerio, que no brinda la menor contención y hace que sean
ellos mismos los que les informen el cierre a sus compañeros. Después llega la
represión a los trabajadores y las familias, incluso llegando al secuestro y la
tortura de menores de edad.
105 nos deja
las alarmas bien prendidas para mostrarnos todo lo que siempre puede volver a
pasar en este país donde la historia es tan cíclica. Nos dice a los gritos que
siempre estamos a tiempo de evitar que los derechos se conviertan en un miembro
fantasma, pero que para eso hace falta ir al hueso con los hechos que no hay
que olvidar.
SIGUE LA POLILLA- Castro Barros 874-
CABA
Viernes de mayo 21hs
FICHA TÉCNICO ARTÍSTICA
Actúan:
Fabricio
Bozza, Julián
Figueroa, Romina
Perez
Diseño
gráfico: Alexander
Courvoisier
http://www.alternativateatral.com/obra82731-105
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