SOMOS PELIGROSOS

 

Somos Bomberos por la valentía y porque es para los demás. Pero puertas adentro el incendio no se apaga nunca. El enemigo no es el fuego, el peligro es la construcción de la masculinidad de los protagonistas.




La obra transcurre en un cuartel que se prendió fuego, el lugar todavía está lleno de cenizas y humo, cuesta respirar. La sensación es que en cualquier momento se vuelve a prender o se derrumba pero no por el incendio, sino por la tensión entre los bomberos. Se echan la culpa entre ellos de lo sucedido y a la vez sobrevuela el pacto entre varones que garantiza la impunidad de quien haya sido responsable.
Verlos hablar en la intimidad es un cachetazo de realidad a quienes creen que el feminismo puede cambiarlo todo: entre ellos son siniestros, en soledad todo sigue igual. El machismo es igualmente cruel con las mujeres y con los varones que muestren signos de sensibilidad. Para las mujeres, sin embargo, el castigo es el abuso y el maltrato, mientras que para los varones lo peor que les puede pasar es que les digan «putos». Ese es su límite.




Somos Bomberos tiene momentos muy divertidos que son muy incómodos, da miedo ver de qué se ríe la persona que tenés sentada al lado. No necesitan corrección política para lo que quieren demostrar, el mensaje queda claro, hasta las personas que más se divirtieron salen con los ojos grandotes, consternadas. El final es tajante, te repugna y te pesa. La obra habla de la precarización de los bomberos, que por más antigüedad que tengan siguen arriesgando sus vidas esperando un subsidio. Pero también les saca la placa de héroes y nos dice que pueden ser personas negligentes, ineptas, cobardes y criminales. Como en cualquier profesión, claro está. Todos los nenes quieren ser bomberos cuando son chiquitos. Todas las mujeres se quieren garchar a un bombero. Su propia autopercepción como superhéroes objetos de deseo construye una bomba de tiempo. Los hace frágiles y letales.  Un varón que para la sociedad es un héroe solidario puede ser un padre violento, puede ser un marido mentiroso, puede ser un hermano que te discrimina por ser homosexual, puede ser un actor que te conmueva en escena. 
Es una obra que nos muestra cómo se ve el teatro desde afuera. Quienes hayan tomado clases de actuación se pueden identificar fácilmente con lo ridículo que es ver a un grupo de gente siguiendo indicaciones absurdas de une docente. Pero el método sirve y logra su objetivo: que las personas se vuelvan personajes y dejen de ser ellas mismas. Recién cuando dejan de serlo, logran sincerarse y ser honestos con lo que les pasa. Terminan pidiendo ayuda y disculpándose pero después no lo pueden soportar. 
La mirada femenina, acá representada con personajes muy inteligentes y fuertes, los pone en evidencia y reaccionan como animales asustados: atacan o se escapan. Adelante de las mujeres tratan de matizar su brutalidad y decir lo que consideran que está bien, esfuerzo que al quedar solos explota de las peores maneras. La deconstrucción es de la boca para afuera. En definitiva, lo que más vergüenza les da es la ironía de que se vaya prendido fuego su cuartel de bomberos, los humilla pensar en lo que van a decir los demás.
El laburo de Maite Velo logra que desde el humor se pueda hablar de todo y que se entienda, que de miedo pero también movilice.  Como público y como feminista te vas con una pregunta rompiéndote la cabeza: ¿A quién le estamos hablando?

 

 

Andamio ‘90-  Paraná 660

 

Sábados de mayo 20hs  

 

Autoría: Francisco Lumerman.

Actúan: Daniel Begino, Jose Escobar, Lucila Kairuz, Vanina Montes, Juan Trzenko, Ivan Vitale, Jonathan Yoffe, Juan Zuluaga.

Dirección general: Maite Velo

 


https://www.alternativateatral.com/obra79432-somos-bomberos

(Fotografía: @puntiforme)

Nota:Joy Cantieri

Publicación original en La Tierra Quema

SOMOSPELIGROSOS. ESCRIBE: JOY CANTIERI – LA TIERRA QUEMA

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