Perderse para encontrarse

En El árbol más hermoso del mundo somos testigos del encuentro entre Ana, una mujer herida extraviada en una reserva natural y Julián, un guardaparques ermitaño que debería reportarla, pero las circunstancias lo llevan a cuestionar sus deberes.



La mujer llega a esta reserva bastante abandonada, donde los artefactos funcionan mal y ni siquiera funciona el teléfono con el que el guardaparques debería reportar su aparición a las autoridades. Ella es carismática y sensible, con una energía que por momentos a él le resulta un poco desbordante. Le pide que no la reporte y le explica que necesita escaparse un tiempo de su vida cotidiana. Con el paso del tiempo logran comunicarse cada vez mejor: él logra abrirse y hablar de las cosas que le preocupan y ella empieza a entender su conexión con la naturaleza, su verdadera importancia y la gravedad de las amenazas al bosque.


El verdadero protagonista es Vernon, el árbol que se impone en escena, que tiene conversaciones muy profundas y muy sinceras con Julián y hasta parece coquetear con Ana. Es un símbolo de resistencia y según Julián tiene una importancia inmensa por su historia y por el peligro que corre. Dice que hay gente que quiere asustar a los visitantes y que quieren demostrar que el parque no sirve como zona protegida para explotarlo. De a poco empezamos a verlo casi como a un personaje mitológico, heroico e indestructible. Logran que nos preocupe su existencia y su supervivencia y que cualquier cosa que le pase a Vernon resulte devastadora.


Podemos ver cómo Ana pasa de ser una fugitiva a volverse parte de esa resistencia ancestral, pero también interpela el estilo de vida solitario de Julián. Lo hace cuestionarse si ese exilio de la civilización es una decisión real o si él también se está escapando de lo que realmente le pasa.

Ambos actores logran transmitir una ternura absoluta y se comunican con mucha organicidad, incluso tienen muchos momentos de silencios muy conmovedores y realmente no necesitan palabras para que entendamos lo que sienten. Llegan a una comunicación más parecida a la de Julián y Vernon y nos demuestran que lo importante está más allá de lo que vemos y escuchamos. Nos muestran a dos personas cuyos mundos un día se sacuden y cambian para siempre y es muy hermoso ver sus recorridos fusionados en un equilibrio que en otro contexto resultaría impensable.


Si bien fuimos a la última función, esta obra tiene un recorrido muy largo por varios países y es muy probable que pronto tengamos la oportunidad de volver a cruzarlos en algún escenario. Ojala así sea porque es un mensaje muy necesario en este
  mundo tan alejado de los valores de la naturaleza, de las pausas y de las conexiones humanas desinteresadas entre humanos aunque no tengan nada que ver entre sí.

 

 

https://www.instagram.com/elarbolmashermosodelmundo/

 

Protagonizada por Ana María Orozco y Salvador del Solar

Música original: Agustín Lumerman

Escenografía: Rodrigo Gonzalez Garillo

Iluminación: Ricardo Sica

Vestuario: Betiana Temkin

Diseño gráfico: Juan Manuel del Mármol

Fotografía: Lisa Palomino

Prensa: Varas Otero

Asistencia de dirección: Carolina del Niño Guzmán

Nota: Joy Cantieri

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