Perderse para encontrarse
En El árbol más hermoso del mundo somos testigos del encuentro entre Ana, una mujer herida extraviada en una reserva natural y Julián, un guardaparques ermitaño que debería reportarla, pero las circunstancias lo llevan a cuestionar sus deberes.
La mujer
llega a esta reserva bastante abandonada, donde los artefactos funcionan mal y
ni siquiera funciona el teléfono con el que el guardaparques debería reportar
su aparición a las autoridades. Ella es carismática y sensible, con una energía
que por momentos a él le resulta un poco desbordante. Le pide que no la reporte
y le explica que necesita escaparse un tiempo de su vida cotidiana. Con el paso
del tiempo logran comunicarse cada vez mejor: él logra abrirse y hablar de las
cosas que le preocupan y ella empieza a entender su conexión con la naturaleza,
su verdadera importancia y la gravedad de las amenazas al bosque.
Ambos
actores logran transmitir una ternura absoluta y se comunican con mucha
organicidad, incluso tienen muchos momentos de silencios muy conmovedores y
realmente no necesitan palabras para que entendamos lo que sienten. Llegan a
una comunicación más parecida a la de Julián y Vernon y nos demuestran que lo
importante está más allá de lo que vemos y escuchamos. Nos muestran a dos
personas cuyos mundos un día se sacuden y cambian para siempre y es muy hermoso
ver sus recorridos fusionados en un equilibrio que en otro contexto resultaría impensable.
https://www.instagram.com/elarbolmashermosodelmundo/
Música original: Agustín Lumerman
Escenografía: Rodrigo Gonzalez Garillo
Iluminación: Ricardo Sica
Vestuario: Betiana Temkin
Diseño gráfico: Juan Manuel del Mármol
Fotografía: Lisa Palomino
Prensa: Varas Otero
Asistencia de dirección: Carolina del Niño Guzmán
Nota: Joy
Cantieri
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