Una explosión de desobediencia

Una noche en el paraíso (perdido) es una recopilación de los relatos de tres mujeres que toman decisiones para cambiar sus vidas en un contexto de violencia y presión que las empuja al límite, en una explosión de desobediencia.

 

Las historias, aunque están ubicadas en un tiempo y espacio, son atemporales y podrían suceder en cualquier rincón del mundo. Las protagonistas tampoco tienen un nombre ni una edad específica, más bien representan a un colectivo que se puede sentir identificado en distintos puntos y que tuvo distintos finales más o menos terribles. Los tres relatos siguen un hilo de tragedia y desolación, acompañados por cuerpos que atraviesan lo que siente la que habla. Hay un trabajo físico muy sensible que, si bien no roba el foco, complementa el texto y refleja las emociones de les espectadores. Tienen una capacidad inmensa de transmitir el asco y el odio, logran generar imágenes muy eficaces de lo cruel y de lo repulsivo, así como logran hacernos reír generando complicidad con situaciones más ridículas e irónicas.


“Qué duro esto de vivir en el paraíso”. La primera es la historia de una madre casada con un adicto que escapa a un paraíso tropical para alejarlo de los narcos. Cuenta lo insostenible de vivir alejados de la civilización y lo irreal que es pretender huir de la violencia de la ciudad. La actuación de Marina Carrera tiene una potencia, una angustia y una furia que cala en los huesos. Tiene un manejo de la voz que te parte en mil pedazos, tanto cuando habla como cuando canta. Cuando tiene un rol más físico tiene pequeños momentos de contacto visual que son electrizantes. Por momentos viste a sus compañeras en los cambios de roles y tiene gestos tan dulces, protectores y seguros que te transmite muchísima paz y calidez.

La segunda es la historia de una chica que es expulsada del colegio por empujar a su compañera y su familia, a modo de castigo, la manda a trabajar al consultorio de su abuelo, que es un dentista muy reconocido en Texas. Detalla a fondo la crueldad de su familia, que son fascistas muy explícitos y bastante incapaces de demostrar afecto. Ella crece mirando por la ventana a las vecinas que juegan felices mientras vive inmersa en ese hogar frío y hostil. El trabajo de Yamila de Dominicis muta todo el tiempo entre la cordura absoluta de alguien que logra ver todo claramente desde afuera y la demencia total de alguien que tuvo un quiebre irreversible. Logra imágenes aberrantes que te hacen retorcer y hasta taparte los ojos, por más que la narrativa entre por los oídos. Logra un tono un poco infantil sin llegar a mostrarnos una nena, es como una especie de persona congelada en el tiempo, es realmente genial.


“Me cuesta conseguir trabajo porque soy instruida”. La última historia es la de una chica que tiene que trabajar como empleada doméstica tras la muerte de su esposo. Sale a trabajar para cuidar a sus cuatro hijos, pero siente que no logra pertenecer a ese nuevo mundo: no la quieren emplear por estar demasiado preparada para otra cosa y las otras empleadas no confían en ella y la hacen sentir una outsider en los momentos que comparten juntas. Enuncia una serie de “leyes” de las empleadas, como por ejemplo “Acepten todo lo que la señora les dé, total después pueden dejarlo tirado entre los asientos del ómnibus”. Muestra un punto de vista muy común de los trabajos de cuidado cuando dice que “Nunca había trabajado, estuve criando hijos” a pesar de terminar trabajando por un sueldo criando a los hijos de una familia donde se suponía que solo tenía que limpiar. Logra sacar pequeñas ventajas de cada casa, a pesar de que llegue a aborrecer a quienes la contratan. Con pequeños gestos de rebeldía logra sobrellevar los días a su manera, luchando contra la sumisión que esperan de ella. El personaje de Laura Milano es el que tiene (para mi gusto) un tono más contemporáneo. Tiene muchísima naturalidad para transmitir la impotencia y le repugnancia. Se muestra más allá de todo el drama, como si tuviera un poder desconocido que la puede liberar de eso cuando ella quiera. No se muestra vulnerable sino harta, como si les estuviera haciendo un favor a todos sosteniendo la farsa de su existencia. Es muy hipnótica.

La obra tiene un músico en vivo que acompaña con suavidad y sostiene los ambientes con un timing impecable. La iluminación es cálida pero también sombría, lúgubre. Se puede ver un trabajo de dirección muy minucioso que no deja nada al azar, es perfecto en ritmo, tiempo, volumen, tono, uso del espacio, TODO.

El teatro Espacio Lavallen te espera con algo para picar mientras esperás con velitas y mucha calidez, la atención es muy amorosa y te va poniendo en clima para el estado de ánimo que demanda la función.

Recomiendo mucho esta obra a todo el mundo, pero muy especialmente a estudiantes de teatro, realmente las actuaciones son para tomar nota.

 

Espacio Lavallen- Solis 1125

Domingos 19HS

http://www.alternativateatral.com/obra84282-una-noche-en-el-paraiso-perdido

 

Versión: Rubén De León

Actúan: Marina CarreraYamila De DominicisLaura Monacchi

Vestuario: Soledad Limido

Música En Vivo: Jorge Senno

Asistencia de dirección: Katiuska Francis

Puesta en escena: Juan Manuel Correa

Dirección: Juan Manuel Correa

 

Nota y fotos: Joy Cantieri


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