Un grito ahogado

Mirarnos así hasta morirnos es la historia de una noche de dos hermanas, donde lo onírico toma protagonismo y vuelve borrosos los límites de la realidad.


La función comienza con un alarido que se desvanece en la oscuridad. Martina relata el comienzo de esa noche, cuyo sonido constante es el del mar. Nos traslada sin esfuerzo a una casa cerca de la playa donde no hay demasiada interacción familiar, dejando que el viento y las olas tapen todo ruido posible.

Martina describe a su familia como si los mirara desde muy lejos. Su padre es muy severo, frío, distante y controlador al mismo tiempo. Su madre es como si no existiera, sufre migrañas y nunca saben bien dónde está. Su hermana, Josefina, le parece hermosa, brillante, llena de potencial para lograr todo lo que ella no puede. Martina se siente responsable de Josefina, se siente obligada a acompañarla y seguirla a todos lados, aunque por momentos pareciera que es una forma de vivir a través suyo. Se compara con su hermana y le parece normal que los hombres se sientan atraídos por ella. Considera que como tiene el pelo corto todos deben asumir que es lesbiana. Ante esa presunción empieza a replantearse si no debería serlo.


La noche las lleva a la playa, donde Josefina conoce a un hombre que asocia con alguien sin ojos que se le aparece en las pesadillas. Josefina recuerda que su mamá le decía que “los ojos son la puerta del alma” y  en sus pesadillas se ve conectada a la fuerza a este hombre, como si estuviera utilizando su cuerpo para existir en este plano. En la playa él la rescata del mar y se ve envuelta en una situación donde se ve asqueada, pero es incapaz de frenarlo. Siente que debería estar disfrutando y pasándola bien, busca su lado bello, pero no logra salir de su mente y dejar de sentir rechazo. Martina presencia toda esa situación a la distancia, preguntándose cómo sería que eso le pasase a ella. Durante toda la obra está presente la resistencia a ver, a mirar. El peligro y el deseo entran a través de los ojos y aunque lo saben no pueden evitar exponer la mirada a todo lo que sucede, por más que les genere espanto.

“El placer no debería ser algo tan difícil de alcanzar”. Hay una mirada del deseo adolescente, muchas veces condicionado por imposiciones sociales de lo que nos tiene que gustar. Muestran el costo que tiene  la autoexigencia de adaptarnos a lo que sucede para no sentirnos conflictivas.

Hay un músico en vivo que recorre toda la sala, ambienta, acompaña y genera una mirada cómplice a la par del público.

Por el momento no hay nuevas funciones, pero les invitamos a seguir sus redes para estar al tanto de las novedades ya que siempre vuelven en nuevos espacios y con algunas renovaciones.


https://www.instagram.com/mirarnosasihastamorirnos/


Dirección: Dalia Elnecavé

Intérpretes: Agustina Cabo, Carolina Kopelioff

Autoría: Agustina Cabo

Vestuario: Alejandra Robotti y Celeste Bufoni

Diseño de escenografía: Nadina Fushimi

Música en vivo: Lautaro Bettoni

Diseño De Iluminación: Leandra Rodríguez -Adea-

Producción ejecutiva: Juan Cruz Millozzi

Asistencia de dirección: Pablo Cusenza y Florencia Druetta

Fotografía: Abril Cas

Diseño de foto de grafica: Natalia Milazzo


Nota y fotos: Joy Cantieri


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