Todo puede ser peor

“Yo hice esta obra mucho antes de la llegada al poder de Milei, la hicimos pensando en el peor escenario posible y bueno…” dice Carlos Belloso cuando lo felicito a la salida de la función de El Aparato, tras verla como una crítica muy específica y muy detallada de esta actualidad atroz. Pero resulta que antes de ser una crítica inevitable, es una predicción escalofriante que además nos advierte que esto recién empieza.


Wilson es un técnico operario en impresiones 3D cuyo puesto consiste en imprimir
impersonas funcionales a un régimen ultra autoritario que se quedó sin gente. Por error imprime al Gran Otro, un dictador violento totalmente desequilibrado y caprichoso que apunta a un colapso total no de las personas, sino de la humanidad. De a poco le llega la flexibilización y Wilson termina haciendo también cosas que no le corresponden, como la edición de noticias gravísimas para que lleguen a los lectores como datos favorables al gobierno. Las fake news llegaron a un punto tal que si se filtra una noticia real no se preocupan demasiado porque nadie lo detecta. Sus condiciones laborales son inhumanas: trabaja con pañales y ni siquiera tiene tiempo de cambiárselos. Lo controlan todo el tiempo mediante auriculares, incluso cuando está en su casa (que es un espacio enloquecedor que le fue asignado por el gobierno).

Si bien vemos a un trabajador explotado padeciendo su realidad, vemos un quiebre cuando lo torturan por horas dándole descargas eléctricas. En ese momento hace un ejercicio de disociación para salirse del dolor de su cuerpo y se enfoca en su audiencia para ahondar en detalles del régimen del Gran Otro. Por momentos es interrumpido por propagandas de los ministerios que anuncian medidas tan absurdas como violentas. Con un ejemplo que parece muy exagerado logra ilustrar la batalla cultural libertaria de una forma tan perfecta que es escalofriante. Anuncian que van a eliminar algunos prefijos, y lo anuncian como un asunto puramente lingüístico. Pero cuando lo explican mejor, dicen que van a eliminar por ejemplo el prefijo “des”, entonces “desayuno” ahora va a ser solamente “ayuno” y con eso ya debería bastar para que la gente se acostumbre a no comer.



Cuando habla de la burocracia, Wilson explica que los trámites ahora son imposibles de realizar y que hay que pedir permiso para todo (menos para leer, porque nadie lee). Pero también aclara que no los obligan a hacer todas esas cosas, logran que las hagan simplemente instalándolas como modas.

En el régimen parece que se cambió el ocio por el odio, destinando horarios específicos a odiar a los demás. El Gran Otro muchas veces se ocupa de que todos odien a sus propios enemigos aunque ni los conozcan, como es el caso de un científico que hizo un descubrimiento muy sano para la humanidad, por ende muy peligroso para su dictadura.

Hay momentos que son muy graciosos por su interpretación, pero en ningún momento dejamos de ver al operario siendo electrocutado en el fondo, y eso genera una incomodidad muy angustiante cuando pensamos de qué nos reímos. Muchas veces Wilson se pregunta por qué lo estarán electrocutando, porque nadie le da motivos. La tortura lo lleva a pensar en la muerte como la libertad, pero todo está planificado para que ese lujo no le llegue y tenga que seguir preso de esa existencia miserable.


El Aparato hace una crítica muy poco optimista de la estupidización de la sociedad, y nos advierte el futuro trágico al que nos puede empujar el avance de la inteligencia artificial, sobre todo en manos de poderosos que apuntan a incrementar la violencia y la deshumanización. Hace algo muy interesante que es interactuar con el público en momentos muy específicos, casi da la sensación de que nos hace cómplices de su mirada disidente para salvarnos, para mostrarnos que somos distintos y que todavía estamos a tiempo de ir por un camino diferente.

Si bien siempre los personajes de Carlos llevan un peso muy grande, construidos con mucha responsabilidad y con compromiso con lo que genera, en este caso hacer esta obra en este contexto es un absoluto acto de valentía. No sé hasta qué punto dimensiona lo revolucionario que es este texto y sobre todo su interpretación corporal, pero el público no puede creer que alguien se anime a hacer algo así, por momentos miraba alrededor y veía gente tapándose la boca abierta, incluso vi gente susurrándole al de al lado “¡No puede ser!” y durante el aplauso final la sala entera estaba de pie y le gritaban GRACIAS.

Realmente se valora muchísimo esta apuesta en el teatro independiente sin filtros, con una entrega total en todos los sentidos. Conozco el compromiso de Carlos con el escenario como herramienta política y siempre se hace cargo de eso, pero esto está a otro nivel que de verdad hoy requiere mucho coraje (que pocos tienen). 

Creo que es imposible salir de El Aparato sin una mirada alerta y desesperada de transformación. 

 

 

El Vitral- Rodriguez Peña 344

Viernes y sábados 22hs

https://www.alternativateatral.com/obra85231-el-aparato

 


Autoría: Carlos Belloso

Actúan: Carlos Belloso

Diseño de luces: Gonzalo Córdova

Diseño sonoro: Bruno Belloso

Visuales en vivo: Martín Facundo Gómez

Asistencia general: Ile Jaciw

Dirección: Hernán Curly Jiménez

Nota: Joy Cantieri

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